El fraude al seguro existe desde sus orígenes, en nuestro país representa un alto porcentaje de los siniestros que atienden las Aseguradoras, sin embargo se trata de algo socialmente aceptado, como un modo de rentabilizar la prima que se paga anualmente, cosa que no ocurre en otros países de nuestro entorno. Las medidas que toma el sector para detectarlos son cada vez más sofisticadas, de hecho recientemente se ha celebrado la edición XXII del Concurso sectorial de detección de fraudes, donde se galardonan los casos más llamativos o que más mérito suponen en su investigación y detección.
En nuestra trayectoria como corredores de seguros hemos conocido también un buen puñado de ellos, desde pequeñas triquiñuelas hasta casos que implicaban grandes indemnizaciones. Recogemos a continuación nuestro particular ranking, y como se suele decir, ¡mejor tomárselo con una sonrisa!
1. Latigazos cervicales, lesiones… ¡niñerías! ¡Si hay que cortarse una mano, se corta! Sin duda uno de los casos que más nos ha llamado la atención es el de un conductor que llegó a cortarse y calcinar su mano como parte de un supuesto accidente de coche y, cómo no, su pretensión de conseguir una suculenta indemnización. Según su testimonio, circulaba por una carretera secundaria cuando se le atravesó un animal en el camino, dio un volantazo y cayó por un terraplén, con tan mala suerte que una barra metálica que había incrustada en el terreno atravesó el parabrisas y le seccionó la mano. El hombre logró hacerse un torniquete y salir del coche antes de que éste explotara, por tanto su mano que estaba aún en el interior se calcinó. La historia ya de por sí era bastante truculenta, pero algunos factores (sobre todo el hecho de que tuviera contratadas varias pólizas, y poco antes hubiera aumentado sus coberturas) hicieron saltar las alarmas y descubrir la verdadera historia, que quizás es aún más sorprendente: este individuo pidió horas antes del supuesto accidente a un conocido que le cortara la mano con un hacha, luego él mismo tiró el coche por el terraplén y le prendió fuego. Al final, se quedó sin indemnizaciones, envuelto en juicio, y lo peor… ¡sin su mano!
2. Los seguros de Hogar presentan numerosos casos de fraude, pero éste es especialmente significativo, no por la cuantía, sino por la simpleza. Un propietario puso su piso en una de estas empresas de la mal llamada “economía colaborativa” y prácticamente todos los meses tenía inquilinos distintos, es decir alquileres de muy corta duración. Ante su desconfianza de que alguno hiciese copia de las llaves y se quedase “de okupa”, en cada ocasión cambiaba la cerradura y lo denunciaba como intento de robo o acto vandálico hasta que la aseguradora pudo comprobar, contactando con el último usuario, que era un fraude para ahorrarse el costo de reposición de las llaves. Su atrevimiento le salió bastante caro.
3. ¡Quien se lleva los extintores del garaje de la Comunidad de Propietarios! Robar los extintores en una comunidad de propietarios no parece estar entre los objetivos de los amigos de lo ajeno, pero en un céntrico edificio de Madrid, durante los meses de verano todos los fines de semana desaparecían dos extintores, uno del garaje y otro de la escalera; y el año anterior había ocurrido lo mismo. La compañía de seguros anunció a la comunidad la no renovación de la póliza y el presidente sospechó que la causa eran los reiterados pagos por el hurto o robo de los aparatos; Convencido de que podría ser alguna persona cercana, instaló un sistema de videovigilancia en la Comunidad de Propietarios que resultó eficaz al pillar “infraganti” a un inquilino que se los llevaba para una casa de campo que tenía en el pueblo.
4. Al seguro le digo una cosa… ¡y en redes sociales publico otra! Existe la creencia de que es muy fácil engañar al seguro, falseando partes médicos o periciales y poco más, y pocos parecen saber que el seguro puede tener sus propios mecanismos, incluso detectives, para conseguir pruebas o incluso filmar al defraudador. Hoy en día las redes sociales se han convertido en un gran aliado en esta labor: por ejemplo, en el caso de una mujer que decía estar incapacitada y en silla de ruedas, y no dudó en publicar fotos y vídeos en Facebook bailando en su boda; o el de un deportista con una lesión invalidante, pero que publicaba tranquilamente en Facebook su participación en eventos deportivos. Quizá uno de los más llamativos fue el de un individuo que contó al seguro que en una capea, siendo sólo espectador, un toro se abalanzó hacia donde estaba y cayó de una valla, partiéndose las piernas. Mientras tanto, en redes sociales, podía vérsele a él en mitad de la plaza, dándolo todo frente al toro. Pura ingenuidad.
5. ¡Tendré que aprovechar el seguro del móvil! Seguro que hemos oído muchas veces frases de este tipo, con cualquier tipo de seguro, pero entre los más jóvenes es muy común en relación con los móviles. Lo resaltamos por la alta frecuencia con que se está produciendo y el perfil tan concreto que presenta: en estos casos hablamos de un asegurado joven, que con mucha frecuencia se trata de la primera póliza que contrata, y para quien la inversión y actualización constante en nuevas tecnologías es muy importante, así que fingen robos, pérdidas o accidentes de sus terminales, muchas veces recién comprados, sólo con el objetivo de conseguir otro terminal aún más nuevo y sin hacer más desembolso. Apuntando maneras…
6. Aunque no lo parezca, los “siete años de mala suerte” existen. Por último, y aunque podríamos seguir enumerando casos de lo más variopintos, recordaremos otro que llamaba la atención no por la envergadura del fraude sino por lo contrario: a pesar de que todo hacía sospechar a las aseguradoras, una mujer resultó víctima de siete accidentes de tráfico a lo largo de siete años, y en todos los casos fueron condenados por los hechos los otros conductores implicados, con las consiguientes indemnizaciones para la accidentada. La mujer incluso estuvo inmersa en un juicio por fraude procesal con riesgo de ir a prisión, pero finalmente quedó demostrado que todos los accidentes eran ciertos. Lo que ya no podemos saber es si antes de empezar esta serie de desgracias había roto un espejo o no…
El fraude, de cualquier tipo, es perjudicial para todos, ya no sólo para las compañías de seguros como se suele pensar, sino también para el resto de asegurados que pueden ver aumentado el precio de sus pólizas para compensar estos delitos, el seguro es una industria basada en el reparto del riesgo y además desea tener ganancias como cualquier otra empresa. Detectar y denunciar estos casos es obligación no sólo de las compañías, sino de cada ciudadano, luchando en nuestro entorno contra la picaresca y apostando siempre por la transparencia y el uso adecuado de todos los beneficios que nos puede aportar nuestro seguro.