A menudo, cuando se produce la renovación de los cargos en la Junta de propietarios, la primera pregunta que formula quien ha sido elegido presidente es “y, ahora, ¿qué tengo que hacer?”. Bien, pues es precisamente aquí donde comienza la relación entre un administrador de fincas y el presidente de la comunidad.
Desde mi punto de vista, hay aspectos bidireccionales de esta relación que nunca cambian y que deben permanecer inalterables, como lo son la relación basada en la confianza y el respeto, la continua información sobre todo cuanto acontece en la comunidad, la claridad y transparencia en las comunicaciones y, sobre todo, la certeza que debe tener el presidente de que ante una situación inesperada y delicada el administrador va a estar ahí para resolverla.
Circunstancias del presidente de la Comunidad
Después, entramos en un segundo aspecto de la relación que se centra en que el administrador debe tomar conciencia de las circunstancias de la persona que ha sido nombrada para ostentar el cargo de presidente de la comunidad. De esa manera podrá adaptarse y acomodarse a las necesidades del cargo a la hora de ofrecer la información diaria sobre los avatares y novedades producidos en la comunidad de propietarios y la resolución de los problemas cotidianos.
Así, es imprescindible que el administrador se adapte, entre otros, a los horarios laborales o familiares del presidente, (para no interferir en estos aspectos de su vida diaria); a la forma en que le ofrece la información de la comunidad, (pues hay presidentes que prefieren relacionarse por correo electrónico, otros que se decantan por la relación telefónica y quien prefiere reunirse con el administrador para tratar cuantos asuntos guarden relación con su comunidad) o a la capacidad de la persona que ostenta el cargo. Conociendo bien estos y otros aspectos, la relación siempre será útil y dinámica, por adaptarse, precisamente, a las necesidades de la persona concreta que en cada momento representa a la comunidad.
Artículos de la Ley de Propiedad Horizontal a tener en cuenta
Y, cómo no, para que tenga lugar una correcta relación es imprescindible que se informe cumplidamente al presidente de cuáles son las obligaciones que le incumben derivadas de su cargo, detalladas, entre otros, en los artículos 13 y 16 de la Ley de Propiedad Horizontal, incluso de aquellas otras que, por su condición de propietario, le vienen impuestas por el artículo 9 del mismo Cuerpo Legal. De manera que tome conciencia del alcance de las atribuciones que le confiere la Ley.
Por último, en orden a alcanzar la máxima transparencia en la relación, el administrador debe mostrar al presidente que cumple diligentemente con aquellas obligaciones que el artículo 20 de la Ley de Propiedad Horizontal reserva al administrador, y que no son otras que:
a. Velar por el buen régimen de la casa, sus instalaciones y servicios, y hacer a estos efectos las oportunas advertencias y apercibimientos a los titulares.
b. Preparar con la debida antelación y someter a la Junta el plan de gastos previsibles, proponiendo los medios necesarios para hacer frente a los mismos.
c. Atender a la conservación y entretenimiento de la casa, disponiendo las reparaciones y medidas que resulten urgentes, dando inmediata cuenta de ellas al presidente o, en su caso, a los propietarios.
d. Ejecutar los acuerdos adoptados en materia de obras y efectuar los pagos y realizar los cobros que sean procedentes.
e. Actuar, en su caso, como secretario de la Junta y custodiar a disposición de los titulares la documentación de la comunidad.
f. Todas las demás atribuciones que se confieran por la Junta.”.
En resumen, la relación entre un administrador de fincas y el presidente de la comunidad debe ser el resultado de unir la confianza y el respeto en el trato, la transparencia en el ejercicio de las funciones y la aplicación del sentido común y el cumplimiento normativo en la vida diaria de la comunidad.
Firmado por Eva Llorente