El radiador, el emisor térmico más presente en las viviendas españolas, siempre ha sido un “patito feo” en la decoración del hogar… ¿quién no ha puesto alguna vez un cubreradiador en casa? En las viviendas de los años 70, los radiadores se ubicaban en las esquinas de las habitaciones, detrás de las puertas etc. en lugares discretos para disimular su presencia, pero… ¿cuál es la mejor ubicación para instalar un radiador? ¿dónde vamos a poder conseguir una mayor eficiencia energética?
La mejor ubicación para instalar un radiador -y en esto coinciden todos los profesionales- es debajo de la ventana.
El radiador emite calor y las ventanas lo disipan cuando hace frío en el exterior. De esta manera, se crea una corriente convectiva desde el radiador hasta la ventana. Si el radiador se encuentra muy lejos de la ventana, esta corriente recorrerá toda la habitación creando desequilibrios térmicos y un clima poco confortable.
Por el contrario, si el radiador se encuentra debajo de la ventana, calentará el aire de su alrededor que subirá y se topará con el aire frío de la ventana de inmediato, lo que contribuirá a que el aire caliente se extienda de forma rápida y homogénea por la habitación. Al crear una convección cíclica, se repartirá el calor rápidamente y de forma homogénea por toda la habitación, logrando un alto nivel de confort térmico. Una buena ubicación del radiador puede incrementar su rendimiento hasta en un 30%, por lo que es fundamental tener en cuenta el aspecto funcional y no el estético exclusivamente.
Además de seleccionar la ubicación óptima del radiador, si queremos mejorar el rendimiento de nuestra calefacción, debemos tener en cuenta las siguientes consideraciones:
⇒ No cubrir nunca los radiadores
Si queremos obtener el máximo rendimiento del radiador, lo mejor es mantenerlos libres de cualquier obstáculo que impida la transmisión del calor. Si los tapamos con cortinas, muebles o ponemos ropa mojada encima (los radiadores no son un tendedero ni una secadora), el calor no se extenderá correctamente y no conseguiremos el confort térmico deseado.
¿Qué hacemos con los cubre radiadores?
Los cubre radiadores, aunque cumplen una función estética y pueden servirnos como mueble auxiliar, pueden reducir la eficacia del radiador. Los radiadores funcionan por convección, el calor se desplaza desde arriba hasta abajo y en caso de que se encuentren algún obstáculo entre el radiador y el exterior, se reducirá notablemente su rendimiento. En la actualidad, existen modelos de cubre radiadores que por el diseño de las lamas de ventilación y el material de fabricación, pueden incluso aumentar la eficiencia térmica de éste, pero esto no sucede con los mayoría de los cubre radiadores y en ningún caso con los antiguos. Por esto, es recomendable dan preferencia a la eficacia frente a la estética y mantener los radiadores completamente descubiertos.
⇒ No pintar los radiadores
Las capas de pintura aíslan el calor y dificultan su transmisión, además, al calentarse pueden desprender desagradables olores. Si el radiador se encuentra muy deteriorado, como puede suceder con los antiguos radiadores de hierro, existen en el mercado esmaltes especiales para su conservación, que soportan bien las altas temperaturas y no emiten olores.
⇒ El truco del papel de aluminio
Existen en el mercado paneles reflectantes que según sus fabricantes consiguen un ahorro energético de entre un 10% y un 20%. Estos porcentajes pueden resultar un poco exagerados, ya que en los radiadores de agua, el calor se emite mayoritariamente por convección y no por radiación, por lo que el calor que “rebota” desde la pared hacia el interior de la habitación es mínimo. Una solución casera, es utilizar papel de aluminio y colocarlo detrás del radiador, el “efecto rebote” será similar al de los paneles reflectantes.