Proteger los equipos de videovigilancia frente a posibles catástrofes resulta muy útil. Al planificar su instalación de manera que se mantengan funcionales incluso tras una riada, se facilita la vuelta a la normalidad, ya que no se pierde su capacidad de disuasión. Para que consigamos una defensa eficaz, podemos seguir estas recomendaciones.
¿Cómo proteger los equipos de videovigilancia?
La protección de los equipos se basa en diseñar su instalación de manera que resista ante diferentes eventualidades, como inundaciones o incendios. Se trata de conseguir que su funcionamiento no se vea afectado o que, en caso de sufrir daños, vuelva a estar en marcha en el menor tiempo posible. Estas son algunas claves que podemos tener en cuenta.
Priorizar equipos resistentes a condiciones extremas
La funcionalidad de los equipos debe mantenerse bajo condiciones extremas. Para lograrlo, debemos optar por cámaras de videovigilancia resistentes. Desde las altas temperaturas a la humedad, sus materiales y diseño tienen que ser capaces de aguantar tales situaciones durante largo tiempo. De este modo, si se produce una inundación, por ejemplo, se mantendrán activos.
Ya sean sensores o cámaras, su diseño tiene que ser el adecuado. En caso de un sensor de movimiento o proximidad, existen modelos cuyas partes mecánicas se comprimen, encapsulan y sellan para evitar que el agua llegue hasta ellos.
Proteger las fuentes de alimentación
La colocación de la fuente de alimentación tiene que planificarse con sumo cuidado antes de la instalación de los sistemas de seguridad. Lo ideal es que se ubicara de forma que sufriera los menores efectos negativos en caso de catástrofe para que continuara suministrando electricidad a los equipos. Sin embargo, esto no siempre va a ser posible, lo que exige optar por respaldos, como son baterías, generadores o paneles solares.
Cuando contamos con un sistema de respaldo, obtenemos una cierta autonomía de la red eléctrica en general. En caso de que se produzca una desconexión porque el tendido eléctrico ha caído, los equipos de seguridad seguirán cumpliendo con su cometido.
Ubicación estratégica
La ubicación es una de las claves a la hora de proteger los sistemas de videovigilancia para situaciones de emergencia. Lo normal es colocar las cámaras, por ejemplo, en lugares altos y que controlen determinadas zonas sensibles. Esto sigue siendo aplicable en numerosas catástrofes, como una riada, pero hay que pensar en otros problemas.
Por ejemplo, si la región es propensa a sufrir terremotos, las cámaras deberían instalarse en estructuras que los resistieran para que no caigan. Si se producen tormentas fuertes, es preciso evitar colocarlas cerca de árboles o de cualquier elemento que pueda caer o cuyas partes se desprendan.
Redundancia de las redes de conexión
La redundancia de las redes de conexión garantiza que las comunicaciones se mantengan pase lo que pase. Se trata de disponer de varios canales que actúen como respaldo cuando nos encontremos en una emergencia. Gracias a ellos, los sistemas de seguridad seguirán almacenando información o enviándola a una centralita, algo que nos será de utilidad para, por ejemplo, tener pruebas para enviárselas a nuestra aseguradora.
Mantenimiento continuo
Por descontado, debemos efectuar un mantenimiento preventivo de los sistemas e instalaciones para que estén en condiciones óptimas. Es una forma sencilla de anticiparnos a averías o problemas que podrían desarrollarse o empeorar en una catástrofe.
Instalación de sistemas de seguridad en áreas propensas a desastres
A la hora de proteger los equipos de videovigilancia, debemos adaptarnos a las circunstancias de la posible catástrofe. Mediante la redundancia de las redes de conexión, los respaldos o una buena instalación, mantendremos la seguridad cuando llegue lo peor. En Prevent le ayudamos a mejorar el diseño de los sistemas para que sea más resistente. No dude en solicitarnos información al respecto.